viernes, 21 de marzo de 2014

Día del padre e Internacional de Síndrome de Down

Buenos días a todos los seguidores de este espacio de lectura, hoy os escribo desde lo más profundo para que sepais lo bien que lo pasamos el Día del Padre, mis hijos y todos los que nos rodearon; ha sido espectacular lo bien que se han portado los peques y las ganas que tenian de entregarme sus preciados regalos, realizados por ellos mismos en sus distintos ámbitos de estudio. Ha sido grandioso verles las caras de felicidad al abrir, yo, cada uno de sus regalos.

Depués nos hemos ido a andar por las Salinas de San Pedro y han sido unos jabatos, vaya paliza se han llevado. Hemos dejado el coche en el centro de interpretación y luego, andando, realizamos el recorrido completo; desde donde hemos dejado el coche hasta que regresamos al mismo, alrededor de 4 km y no han dicho ni media. Después, un premio, al parque de la playa, no han parado.






Y ahora viene lo mejor, hoy se celebra el Día Internacional del Síndrome de Down, 21 de marzo (¿por qué hoy? Porque es la trisomía veintiuno, 3-21), pero no debiera de ser más importante que cualquier otro día. No porque todos los días para los que estamos en esta carrera de fondo son iguales; lucha, lucha y más lucha, para que a nuestros niños no les falte de nada y para que sean "incluidos" en esta sociedad, que solo venera el vil metal. Felicidades a toda la familia Down, que son millones de personas en el Mundo.

Hoy es un día de recuerdos, de que la tele, la radio y el resto de medios de comunicación nos digan lo que son nuestros hijos, lo fantástico que pueden ser, los logros conseguidos en estos años, la inclusión habida en la sociedad y toda esa serie de historias que quienes estamos en esto, yo por lo menos, nos creamos solo la mitad de la mitad. No son iguales, por supuesto, ¿pero tú, que lees esto, eres igual a mi? Partiendo de esa base de que TODOS somos diferentes y que todos tenemos algo distinto, ¿quién se atreve a decir qué parte de la sociedad es la discapacitada? A mi modo de ver, entender y vivir a mi hija Lucía el discapacitado soy yo, los "normales" en general. A esa conclusión se llega cuando ves su amor incondicional, su verdad, su alma limpia y transparente, su dulzura, su ser.

Gracias por existir Lucía, gracias por elegirme como tu padre, gracias por abrirme los ojos a lo que de verdad importa, gracias por ser tú, limpia, transparente, amorosa, dulce. Tú me tienes enamorado de la vida, de querer vivir la mia como lo haces tú, de intentar ser como tú (aunque no pueda), de evitar el rencor, de querer, de sentir, de olvidar, etc... como solo tú sabes hacer. Lucía, mi vida, sigue así, dentro de un rato te arrulloy te doy mimos.






¡Felicidades!

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