jueves, 29 de septiembre de 2011

Siete años

Quién dijo hace siete, eternos, años que mi hija era mongólica y se iva a morir. Esa persona, o ese grupo de personas, se creerian que este año me fuera a olvidar de ellos. ¡Ingenuos! Nada más lejos de la realidad, para poder felicitar a mi hija, que olvidarme de "esas personas".


El cuatro de octubre del 2011 mi hija cumplirá siete expléndidos años, vividos por todos como si hubieran sido 200. Eso no es lo importante, lo que realmente tiene valor en estos casos es que Lucía sigue siendo esa niña extrovertida, simpática y educada que siempre ha sido (¡Nunca pierde su sonrisa y siempre tiene una palabra de aliento para quienes la tratamos a diario!). Nada más y nada menos que siete y no se lo debe nada más que a sus ganas de vivivr cuando nació.


Lucía San Linos Gracia nacida el 4 de octubre de 2004, a las 08:45 horas de la mañana, con 49 cm de estatura y 2900 gr de peso. Esto nunca se olvida y digo nunca porque estos datos están grabados a fuego dentro de mi ser, ya que eran los únicos datos que disponíamos en el momento del nacimiento. Lucía una luchadora, un bebé fuerte y, ahora mismo, la persona (el ser) que dá continuidad a mi vida. Ese día no se olvida tan facilmente como algunos se creen y fanfarronean que lo tienen todo fuera de su mente.


No sabes hija mía todo lo que has supuesto en nuestras vidas, nunca llegarás a comprender todo lo que significas para nosotros; eres una más, distinta, pero otra persona de nuestra vida. Quizás lo más importante y por lo que hemos dejado todo lo demás, nuestro centro de gravedad, nuestro motor. No puedo, mientras te escribo esto, dejar de llorar por todo eso que representas en nuestras vidas. Tú eres distinta, pero igual a los demás; tú tienes más corazón que ninguno de nosotros; tú y sólo tú eres LUCIA.


Felicidades y gracias, por estos siete años maravillosos, llenos de experiencias que nunca nadie, que no este en este mundo de la discapacidad, podrá conocer. Felicidades por ser Lucía, por tus logros, tus esfuerzos, tus ganas de vivir y gracias por enseñarnos que la vida no es fácil, pero que dentro de esa dificultad tiene grandes recompensas.


A todos los que podais leer esto, deciros que no es fácil convivir con la discapacidad; pero es más difícil vivir sin ella y no saber valorar lo que se tiene alrededor. Por que Lucía es feliz, está integrada en su cole, con sus amigos y sabe, o entiende, que tiene dificultades en cosas diarias para las cuales no duda en pedir ayuda (no es orgullosa). Saber también que todos los que vivimos en este mundo somos padres, madres, hermanos, abuelos, tíos, etc...... de las personas con discapacidad y sabemos valorar las cosas desde otro punto de vista (por ejemplo: sabemos que los esfuerzos tienen una recompensa).


¡MUCHAS FELICIDADES AMOR!