viernes, 20 de noviembre de 2009

La caza de los 'Pishtacos'

Beatriz Jiménez | Perú



La leyenda del 'pishtaco', un vampiro andino de aspecto 'gringo' que asalta de noche a los incautos, los decapita, se alimenta con su carne y extrae su grasa para venderla se ha hecho realidad en Perú.

Tras dos meses de investigaciones, la policía ha capturado a tres integrantes confesos de la banda 'Los pistachos del Huallaga' y ha destapado la pesadilla. Más de 60 personas, la mayoría nativos y campesinos del valle del Huallaga, habrían sido asesinados de forma ritual para extraer sus tejidos grasos y venderlos a 15.000 dólares el kilo a extranjeros para la fabricación de cosméticos, protectores solares e incluso supuestos medicamentos anticancerígenos.

El modus operandi de esta banda, que actuaba como una hermandad religiosa, generaba pánico en la población pero, por temor a desaparecer, los campesinos no denunciaban los hechos y los convertían en mito.

Las desapariciones en el Valle del Huallaga son el pan de cada día en medio del conflicto generado por la presencia de los remanentes de Sendero Luminoso y los narcotraficantes. Por ello, la verdadera razón de muchas de las desapariciones de la última década habían permanecido ocultas.


Acorralando al monstruo


Todavía la policía no ha aclarado como tuvo conocimiento de esta banda. Lo que sí ha revelado en el informe policial del caso es que para destapar a los 'pistachos', agentes de inteligencia se hicieron pasar por potenciales compradores de grasa humana y lograron contactar en la ciudad de Huánuco con 'Marcos' y 'Maria', alias de Serapio Marcos Veramendi y Enedina Estela Claudio.

"Marcos y Maria manifestaron tener en su poder 15 litros de grasa humana, cuyo costo era de 15.000 dólares el kilo, para lo cual hicieron entrega de una muestra como prueba", reza el informe policial. El análisis de esta muestra no dejaba lugar a dudas: era grasa humana correspondiente a un individuo de sexo masculino.

La policía siguió muy de cerca de los 'pishtacos' para destapar a todos los integrantes de la hermandad, compuesta por al menos 10 hombres y mujeres de Huánuco y de Lima. Unos se encargaban de decapitar y de sacarle los órganos a la víctima, otros del proceso de destilación de la grasa y su posterior envío a Lima y los últimos de la cadena se ocupaban en Lima de vender a precio de oro líquido el siniestro producto, que se envasaba en botellas de gaseosa.


La confesión


Serapio Marcos Arizmendi ('Marcos') fue detenido en el 'laboratorio' de la hermandad, en un recóndito lugar del valle del Monzón. La casa de los horrores, una precaria vivienda de adobe, escondía en su interior el tórax de la última de sus víctimas, Abel Matos Aranda (27). Su cabeza estaba en el 'Cerro Quemado', una inaccesible quebrada no muy lejos del laboratorio, donde arrojaban los restos no aprovechables de los cadáveres.

La preparación de la víctima para obtener su grasa estaba inmersa en un ritual, realizado, según el informe policial, por mujeres. La cabeza era cercenada por 'la wincha', una especie de hoz, para posteriormente proceder a la amputación de las extremidades.

Frente a la cámara de video de la policía, Serapio Marcos Veramendi, pillado en pleno proceso de destilación, confiesa con detalle la técnica que llevaba aplicando más de 10 años.

Policía: ¿Cuántos días llevas aquí?

'Marcos': Dos días

Policía: ¿Sin salir? 'Marcos': Sí, lo dejamos aquí chorreando…Acá he armado el trípode yo, lo cubro de plástico y después prendo vela

(Según confirma el informe policial, colgaban el tórax de sus víctimas con un gancho metálico que pendía de un trípode artesanal armado con palos. Cubrían el perímetro del trípode con un plástico y colocaban debajo del cuerpo colgado varias velas para poducir el calor necesario para que gotee la grasa)

Policía: ¿Oe, y la cabeza de este pata?

'Marcos': Todo está por debajo del río

Policía: ¿Tú te has llevado la cabeza y los órganos del cuerpo?

'Marcos': Ajá, si…

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