Ser valiente está reservado a muy pocas personas, pero ellos son valientes; nuestros hijos especiales lo aguantan todo, se enfrenta a más dificultades que el resto de niños (hay excepciones,pero es lo normal), pasan más tiempo ocupados en sus interminables ejercicios y tareas (del cole, la asociación, etc...) y nunca se quejan, no dicen esta boca es mía. SON VALIENTES y lo pongo en mayúsculas porque se lo merecen y además si pasan por quirófanos, médicos y un interminable ir y venir de profesionales, siguen sin quejarse.
Eso es lo que le ha pasado a Lucía, el día 14 de diciembre, al fin la pudimos operar de amigdalas y de vegetaciones, pues no se ha oído a la niña decir nada más que no quiero más, cuando comía, y eso que tenía una cara de estar rabiando de dolor; pues nada, ni media. Lo dicho unos valientes. Es mayor nuestra preocupación que sus quejas, nuestro desánimo que sus ganas y así hasta el infinito.
Posiblemente seamos los padres los que peor llevan la infinidad de tareas, de pruebas médicas, de todo el sinfín de cosas que los propios niños y eso nos lleva a la rutina, la desidia y la dejadez de otros muchos quehaceres de nuestras vidas.
Después de unos cuantos días en casa y de cuidados y mimos varios Lucía está otra vez en todo lo suyo, es decir dando guerra.
¡FELIZ AÑO A TODOS!
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